Queremos hacer nuestro el deseo del Corazón de Jesús de atraer a todos hacia el Padre.

 Para ello, buscamos de abandonarnos a la acción del Espíritu Santo, para poder en todo amar y servir a Dios.

 La experiencia que S. Ignacio de Loyola tuvo de Dios ilumina nuestra modo de seguir a Jesucristo.

 Nos ayuda en nuestro caminar el cariño y la devoción a María, la Virgen, quien nos acompaña y nos pone con su Hijo.

 Queremos vivir nuestra consagración a Dios por medio de los tres votos evangélicos, en pequeñas comunidades.

 Para vivir todo esto, necesitamos una vida intensa de oración, de participación en la Eucaristía y otros Sacramentos, donde encontramos a Jesús, vida y fortaleza nuestra.

Cerrar menú